Regalo del Conde de Lemus a la Venerable Madre Maria de Jesús.
ORIGEN DE LA VIRGEN DEL CORO.
Sor María de Jesús de Agreda apoyada en la palabra que el Señor le tenía dada de no negarle ninguna cosa que fuera conveniente a su bien espiritual, había pedido a Su Majestad, siendo Abadesa del Convento, una Imagen de la Purísima Concepción para colocarla en el coro. Un día, se hallaba en el oratorio del Excmo. Sr. Conde de Lemus, que residía en Madrid, el ejemplarisimo religioso franciscano R. P. Fr. Pedro Menterón, mirando atentamente una imagen de la Purísima Concepción que alli habia, y absorto y embelesado con su peregrina hermosura, se volvió al Conde, lleno de fervor, y le dijo: - "Esta sagrada Imagen, señor, no está bien en este oratorio. - Pues dónde se ha de colocar?, respondió S. E. Suspendióse un poco el siervo de Dios, mirando otravez la Imagen, y, vuelto al Conde, añadió: - Este peregrino simulacro lo ha de enviar V. E. a la Madre María de Jesús, Abadesa del convento de la Purísima Concepción de la villa de Agreda, porque es voluntad del Altísimo que en aquel convento obre grandes cosas de su divino beneplácito". Y movido con esta manifestación, el Conde de Lemus envió esta Imagen a la Venerable Abadesa, que la recibió con grande consuelo de su alma, dando gracias a su divino Esposo por haberle concedido lo que tanto deseaba.
PRIVILEGIOS CONCEDIDOS POR EL ALTISIMO A LA SAGRADA IMAGEN DEL CORO. -
Refiere la Venerable Madre María de Jesús que el día de la Purificación de Ntra. Señora concedió el Señor a esta Imagen de la Virgen del Coro poderosísimas gracias contra el demonio, la gracia excitante para salir del pecado, disponerse a recibir los santos sacramentos y conseguir la justificación, gracia especial contra las tempestades, truenos y rayos, contra la desesperación, los escrúpulos y para serenar las conciencias, contra la embriaguez, las enfermedades de cuerpo y alma, los espantos y miedos; todas las gracias que hasta aquel día tenía concedidas a otras sagradas imágenes en todo el mundo, y, finalmente, la Santísima Trinidad le otorgó que la Madre de Dios haría en el cielo delante del Trono del Todopoderoso la misma petición que con afecto devoto se hiciera en presencia de dicha Imagen.
ORACION A LA VIRGEN DEL CORO
Suplícoos, suavísima Madre de Dios, que tengais por bien de visitarme en mis tribulaciones y confortarme para caminar por el camino de la vida, alumbrando los ojos de mi alma afligida y que carece de luz del cielo, avivando la esperanza de la posesión del eterno y sumo bien, para correr sin cansarme hasta llegar a beber y saciarme de la fuente de la vida. Amén.
(Tres Avemarias y el "Acordaos")
(Con licencia eclesiástica)
martes, febrero 21, 2006
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